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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

martes, 26 de enero de 2010

Una grulla que no fue parda

En el Número 50 de la revista Acequias aparece un ensayo mío sobre la revista de La parda grulla, aquí se puede leer :
http://sitio.lag.uia.mx/publico/seccionesuialaguna/publicaciones/acequias/acequias50/A50grulla13.pdf

domingo, 24 de enero de 2010

Un lustroso kiosco

Le pedí al escritor y periodista José Lupe González que me enviara su ficha biobliográfica, para mencionarla al escribir sobre su labor periodística como fundador del periódico KioSko que en diciembre pasado cumplió cinco años en circulación. Me intrigo que José Lupe, me respondiera con una ficha por demás escueta, allí decía: “Nació en Gómez Palacio, aunque casi siempre ha radicado en el ejido El Vergel. Es egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la UAdeC, de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Ejerce el periodismo desde 1992. También ejerció el oficio literario”. Así nomás: “También ejerció el oficio literario” soltó esa última frase como si no quisiera señalar éste hecho, como si prefiriera no evocar su actividad literaria. No sé porqué hizo a un lado su experiencia con la palabra en varios libros colectivos e individuales; no mencionó que ganó el concurso de cuento “Magdalena Mondragón”, entre otros premios. Se le “olvidó” la publicación de su excelente libro de poesía Fundación del futuro, tampoco aludió que ha escrito en varias revistas de las que destacan Tierra Adentro y Estepa del Nazas y que tiene un libro de cuentos inédito. Él no quiso externarlo pero no resisto la tentación de presentar, aunque sea unas cuantas líneas muestrario de su poema “Aleteo desahuciado”: Hoy repito/ antes de que el invierno me vuelva piedra/ las manos/ y de hielo las entrañas/ cambio la ruta de mis noches hacia otro cuerpo/ con tangible fragancia de amor,”. Cómo hacer a un lado “Escenario de nostalgias” que dice: “donde en sitios vacíos duermen tus líneas imaginadas/ de tus espacios perfectos,/ entre aristas de sábanas que sollozan /el canto del abandono / Es una daga de templado filo de ausencia tu recuerdo/ y hoy escribo leyendo de tu vida/ junto a la mía;/ es un puñal tu recuerdo y no estás conmigo”. Quizá José Lupe no deseaba que mi texto se centrara en el dolor embellecido por sus versos, sino que él prefería que se hablara de la desilusión, pero no de la provocada en la intimidad dicha al oído, sino de las mentiras a gritos que todos oímos a diario. Una es la poesía, la otra el periodismo. La poesía evoca las batallas en soledad, el periodismo pretende la batalla colectiva, en ambas puede existir el naufragio pero en la intimidad ilusiona la esperanza; en la colectividad queda, casi siempre, la frustración por un mundo indignante.
KioSko cumple cinco años de existencia, de allí el nombre de mi artículo con un sentido anfibológico: Kiosko es lustroso y tiene un lustro de vida; es la posibilidad de una visión desde dentro de los mismos medios. Su distribución es mensual y gratuita y sobrevive gracias a anuncios gubernamentales. El director de KioSko expresa que su periódico: “tiene todo el fuerte olor de la contestación a los medios masivos desde una postura que no convoca a la inexistente objetividad, ni a ilusa imparcialidad ni a la mal llamada pluralidad. No. Quien ha escrito aquí y los que siguen haciéndolo, saben los limitados alcances del tiraje y circulación”. Por ello nos dice que en Kiosko: “No se ha llegado a la hipocresía de tratar de presentarse como imparciales ni plurales. Ningún medio del país puede presumir de eso.” Y es que es verdad, ser imparcial es como no tener ideas, como no pensar, porque desde que se escoge el suceso al que se le dará prioridad en las páginas, desde allí la imparcialidad se pierde.
Cuando en una región aparece por primera vez un libro, una revista, un centro cultural, un periódico, etcétera, ello siempre será motivo de festejo porque de una forma u otra se está provocando a la diversidad de pensamientos, de ideologías, se está dando cita a la duda y si la duda prevalece entonces el razonamiento se privilegia y en consecuencia tendremos mejores posibilidades de solución a nuestros problemas colectivos e individuales. Por ello felicidades a KioSko, a su director José Lupe González y a sus colaboradores por estos lustroso 5 años.

viernes, 15 de enero de 2010

Enfermedades propias de los mùsicos


Estudiar las enfermedades y causas de muerte de los artistas, y en especial de los músicos, es una tarea bastante atractiva. Las muertes de Mozart y Beethoven (sólo por citar los más analizados desde el punto de vista médico) ofrecen grandes retos clínicos. De Mozart se dice que murió envenenado, de sífilis, de neumonía, fiebre reumática, derrame cerebral, escarlatina, o simple cansancio. De Beethoven también existen muchas versiones: sífilis, tuberculosis, enfermedad de Paget, alcoholismo y saturnismo. Y es que en aquellos tiempos no existían los recursos diagnósticos ni el tratamiento efectivo para la prolongación de la vida. Por esa razón me di a la tarea de hacer un breve un recorrido por la patología y muerte de los grandes músicos. Hay que recordar que en la actualidad la esperanza de vida del ser humano promedio se ha incrementado, por lo que cada vez encontramos a personas más longevas. Y gracias a los avances médicos; padecimientos que antes eran mortales, ahora tienen una fácil solución. Por ejemplo, ahora sería difícil pensar que Jean Baptiste Lully (Italia 1632 - Francia 1687) muriera por el golpe que se dio en el pie con el bastón de conductor (antes de que se usara la batuta). Al parecer Lully era un paciente diabético, por lo que fue fácil que el pie se le infectara de gangrena, misma que se diseminó en todo su cuerpo hasta provocarle la muerte.
En el ensayo decidí iniciar con una breve reseña de los padecimientos que causa el propio ejercicio del músico. El texto completo será publicado posteriormente. Éste es sólo un fragmento.

Se podría decir que, actualmente, “los músicos mueren por intoxicación crónica de años”. Según el libro Genio y locura, de Phillippe Brenot, son éstos los artistas más longevos y los que tienen el índice menor de suicidio. Los artistas que más se suicidan son los escritores. A pesar de que existe una amplia lista de enfermedades propias del músico ejecutante (más que del compositor), no es la patología provocada por el oficio la que causa su muerte, aunque en algunos casos es motivo suficiente para que el artista quede incapacitado en el ejercicio de su profesión. Por ejemplo, la lesión que sufrió Robert Schumann (1810 - 1856) por haber sometido a estiramiento exagerado su dedo anular, porque creía que así sus falanges crecerían y de esa manera mejoraría su calidad interpretativa en el piano. En consecuencia sus músculos y ligamentos se lastimaron, tanto, que ya no pudo tocar más el piano. Aunque existe la versión de que la lesión fue a causa de la sífilis que padeció desde su juventud. Sin embargo no fue la sífilis la que le provocó la muerte, sino que se suicidó a la edad de 46 años.
Hay una extensa lista de enfermedades que surgen del propio acto de ejecutar algún instrumento. Así, encontramos el nódulo en las cuerdas vocales o “nódulo del cantante”; el enfisema de los ejecutantes de instrumentos de viento. Igual sucede con los músculos de la boca en los intérpretes de instrumentos de viento que pierden tonicidad por fatiga; las lesiones en codo y muñeca de los violinistas (osteoartritis vibratoria); las contracturas musculares y deformaciones de columna del pianista; los llamados “calambres de músico”, que corresponden a una fatiga muscular de espalda de tal magnitud, que les impide el movimiento. Y qué decir del desarrollo de várices en las piernas de los directores (son los únicos que trabajan de pie), etc. En general, se puede decir que las afecciones propias del músico ejecutante alteran su calidad de vida, pero no la duración de ésta.
Pero ya que nadie está exento de padecer enfermedades y morir a causa de las mismas; hay grandes músicos que han tenido un deceso prematuro, aunque en la revisión de las enfermedades de 129 músicos, se puede constatar que tienen un promedio de vida mayor al resto de las personas, y es posible concluir que las causas de muertes son predominantemente enfermedades cardiovasculares y cancerígenas.

lunes, 4 de enero de 2010

Indigentes en Torreón

Desde siempre se han oído historias, verdaderas o falsas, de algún indigente que fingía ser pobre y que al morir se descubrió que era rico. O las quejas de un cliente bancario que tiene que esperar a que atiendan a un señor con muestras de no haberse bañado en semanas, con una caja de galletas Marías que en realidad está llena de monedas y que en ocasiones, según versión de la cajera del banco, tal dinero suma hasta quinientos pesos correspondientes a una jornada limosnera en un crucero. Ser limosnero sí paga. Desde luego en esto de vivir de la caridad hay diferencias entre uno y otro pedigüeño.
Recuerdo, cuando era estudiante de medicina, a quien llamábamos simplemente Beto; una persona con cierta discapacidad mental que ha vivido alrededor de 30 años entre el Hospital Universitario y la Facultad de Medicina de Torreón. Él come de lo que le dan en el comedor del hospital o de lo que le regalan los alumnos, y viste la ropa que le ceden los doctores. Las bromas que se le hacen van desde decirle: “¿Beto, a qué horas entras a la cirugía?” hasta cuestionarle su sexualidad.; él responde casi siempre ecolálicamente, aunque a veces se defiende muy bien. Sé que los alumnos siguen bromeando con él de la misma manera que se hacía tres décadas atrás. Beto es parte de la memoria estudiantil de muchos médicos, es diabético y casi ciego, pero aun así realiza mandados para ganarse algunos pesos. Pero a pesar de que vive de lo que los demás le dan, a él nadie lo considera pordiosero.
Hace algunos meses leí la noticia de la muerte, por atropellamiento, del señor que pedía limosna en el bulevar Independencia (muy cerca de Cimaco Cuatro Caminos). Recordé su forma grosera de exigir la ayuda económica; acostumbraba siempre golpear la ventanilla de los coches, y si se le daba dinero correspondía con un: “Dios lo bendiga”; al contrario, si se le decía que no traía dinero, murmuraba enojado, por lo que uno tenía la certeza de que había sido blanco de una maldición. Y así continuó en su trabajo de pedir limosna por muchos años. También recuerdo a una señora que anda, desde hace más de 20 años, por todos los centros comerciales, Alameda y camiones pidiendo para un hijo “que está internado en el Hospital Infantil Universitario”, aunque seguramente tal “niño” es quizá, en estos tiempos, padre de varios. Lo característico de ella es que se ve limpia y siempre trae medias opacas color beige.
Y qué decir del sordomudo, que no es ni sordo ni mudo. Un hombre de alrededor de 35 años que, fingiendo mudez, entrega un recado donde pide que se le ayude económicamente. Una mañana le regalé algunas monedas, luego, más tarde, me lo encontré en la calle y le expliqué que en la mañana ya le había dado, a lo que respondió molesto con un chistar de dientes. Esa reacción no me pareció la de un sordomudo e igualmente pensé que ser sordomudo no era motivo para demandar limosna, porque ello no impide hacer muchos trabajos. Después alguien me aseguró haberlo visto gritandoles a sus hijos en la Soriana.
Estoy segura de que habrá personas a las que en un momento de desesperación no les quede otro recurso que la mendicidad, pero hay otras que lo convierten en una profesión. Hay quienes llegan a enmicar alguna receta que les dan en el Hospital Universitario para que no se les maltrate y les dure mucho tiempo para solicitar dinero para “surtir los medicamentos”, o los padres que usan a sus hijos para provocar compasión o quienes utilizan a algún familiar discapacitado para explotarlo. Todo ello es reprobable.
Hace algunos días vi a un señor que, desde antes de que saliera el sol, andaba por las calles en un triciclo que mueve con unos pedales que maneja con sus manos, ya que sus piernas están paralíticas, se adelanta al camión de la basura y recolecta cartón y latas de refresco, y así se gana la vida. Él es un ejemplo de dignidad y lucha, pues podría escudarse en su discapacidad y simplemente estirar la mano, pero prefiere esforzarse desde la madrugada.