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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Presentación de Arno y los ojos de Rea

Angélica López Gándara, Rosa Gámez, Magda Madero y Jaime Muñóz


El 1 de octubre fue presentada, en la biblioteca “José García de Letona”, la novela Arno y los ojos de Rea, escrita por Magda Madero Gámez. Las palabras de bienvenida para dicha obra vinieron de parte de Jaime Muñoz Vargas, Rosa Gámez Reyes Retana y yo.
La escritora Rosa Gámez consideró que Magdalena Madero G., en su novela Arno y los ojos de Rea, nos enfrenta a los problemas del oficio de escribir a través de Arno, el protagonista. Dijo asimismo que un universo dentro de otro se encuentran en esta obra de largo aliento que no se detiene ante nada. Elogió la construcción de atmósferas, pero también la edificación temporal que sustenta a Arno y los ojos de Rea, ya que ponderó el manejo del tiempo como la cualidad estilística más importante en una novela. Añadió que esta obra enaltece la literatura lagunera, pero también a la tan vapuleada literatura femenina, ya que está llena de conocimientos, emociones y fuertes vivencias que Magdalena Madero transmite con la sencilla transpiración del artista. Resaltó por último la edición del libro que estuvo a cargo de su autora.
El nacimiento de dicha novela es un hecho inédito en la región, como lo destacó Jaime Muñoz en su texto titulado “La montaña de Magda”: “Para empezar, lo evidente: Arno y los ojos de Rea, novela de Magda Madero que presentamos esta noche, es el emprendimiento narrativo de mayores dimensiones en la historia de la literatura lagunera. Tal vez me equivoco, pero entre todo lo que he visto publicado de autores nacidos a la vera del Nazas, nada como la nueva obra de Magda, libro poblado con 485 páginas a renglón ceñido, caja amplia y tipografía no precisamente grande. Es, por ello, un trabajo descomunal; la más ambiciosa tentativa lagunera por atrapar y reconstruir un mundo a partir de la palabra”.
Por mi parte, lo que escribí sobre la más reciente publicación de Magda fue basándome, principalmente, en el contenido. Enseguida cito dos párrafos de lo que allí expresé: “Desaparecer, he allí la gran pesadumbre, la gran tragedia para seres reales o imaginarios (…). Nadie quiere desaparecer, y para evitarlo, se inventan toda clase de ardides: El arte es un ardid contra el olvido... Estas líneas son del primer párrafo de la novela Arno y los ojos de Rea de Magda Madero. Observamos a Arno el escritor, en sus movimientos cotidianos, por eso sabemos que vive entre libros y música clásica, y que con frecuencia se asoma a través de la ventana. La mirada hacia afuera no le alcanza para inventar universos, entonces recurre a los libros y a la introspección; deduce e imagina. Así, descubre a la pordiosera Rea, aquélla de los ojos esmeralda, a quien el novelista llevará a pasear por las calles de Torreón y le hará conocer a sus personajes.
“Historias creadas en una atmósfera que permite percibir dimensiones que se contraen o se expanden de acuerdo a las vivencias de los personajes. De manera que los protagonistas alargan la existencia en una plática, en tomar un café o en la añoranza de una caricia. Asimismo acortan la vida en un acto sexual obligado que termina en asesinato. Y se puede sentir el mundo encogido en un suicidio culposo, en donde, gracias a la habilidad literaria de la autora, la soga también consigue sofocar al lector. Se camina despacio en el gusto por la costumbre y el paso se acelera en el odio, en los golpes y en la lubricidad del autoplacer cuando el otro prefirió el abandono. La tristeza se estaciona, la felicidad corre. La violencia y la felicidad se parecen porque ambas son hijas de la rapidez, de la brusquedad; estallan en un universo contraído”.
Al final la autora dejó en claro que a partir del 1 de octubre Arno y los ojos de Rea le había dejado de pertenecer y ahora sería de quien la leyera. Agradeció a todos, pero especialmente a su mamá, Rosa Gámez y a su hija Marisol.