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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

jueves, 27 de agosto de 2009

Baños públicos o la verdadera libertad de expresión

Era una mañana fría de viernes. Un viernes que parecía sábado; los días de asueto siempre cambian de personalidad. Ese día, mis vecinos albañiles habían venido a trabajar a la casa de a lado, a pesar de la festividad. Ellos invadían mi tiempo y espacio con su música. Oímos, ellos y yo, las radiodifusoras; “La caliente”, “La zeta”, “Estéreo gallito”, entre la mezcla presentaban al difunto, asesinado por el narco, Valentín Elizalde, que no cantaba muy bien las rancheras, pero que lo hacía con mucho sentimiento, como dijo el locutor. También llegó a mí la canción de “La abeja miope”; un violín muy apretado... En contraste, mi hijo la pasaba sintiendo las notas azules de Gershwin e insistiendo en defender la idea de que él (Gershwin) es el mejor compositor de música clásica gringa. Y a pesar de tanta distracción, leía. Estaba muy divertida mientras iba saltando aquellas páginas. Se trataba de dos librillos de la argentina Silvana Castro. Uno titulado Mujeres, poéticas, irónicas, y desesperadas (en versos escondidos en el baño) y el otro Las cartas que no te mandé (pero que escribí en el baño). Ambos textos son una recolección de frases escritas en las paredes y puertas de varios baños públicos femeninos y argentinos.
Esas lecturas me hicieron recordar mi paso por estos lugares, la mayoría de las veces, pestilentes: La primera frase que recuerdo haber visto en un baño público fue cuando cursaba el 5o. año de primaria, lo que leí me impresionó, decía: "A Nicha ya se la cochan", cochar en mi pueblo era lo mismo que hacer pleberías, y Nicha era mi compañera de salón e igual que yo sólo tenía diez años. Así, en el baño aparecía, cronologicamente, quien se iba cochando a Nicha. Luego llegué a la conclusión que la precocidad de Nicha era culpa de sus papás por endilgarle el nombre de Dionisia, el femenino de aquel Dios griego de los excesos.
Hace tiempo, mientras recorría con mi familia alguna carretera del país, la obligación biológica de hacer altos en las casetas de cobro, hizo que me encontrara con las leyendas en los baños de carretera. Me sorprendía ver tantas inscripciones; que casi siempre eran letras talladas sobre la pintura. Decidí iniciar una recolección de frases de los baños públicos que visitara. Comencé a recolectar los textillos, pero no encontré el cuaderno donde las anoté, sólo recuerdo una inscripción: “Caga en paz, caga a gusto, pero con una chingada, la cagada va adentro”.
He preguntado a algunos hombres sobre qué hay escrito en los baños públicos de ellos. Entonces han liberado una retahíla de frases, que si bien dan risa, en ningún momentos dejan de ser vulgaridades: “Si quieres crecer fuerte y sano comete la que tienes en la mano", o “si tu padre fue pintor y heredaste los pinceles píntale el culo a tu madre y no rayes las paredes” .... En cambio en los baños de mujeres no sólo hay groserías sino que ellas buscan en ese pequeño lugar público (pero muy privado) otras expresiones que pretenden la emancipación del pensamiento. Así, algunas mujeres en la intimidad y el anonimato encuentran la manera de liberarse de sus temores, de sus rencores y de implorar por sus anhelos. Pensamientos que en ningún otro lado podrían ser salvos. Los libros de Silvana Castro nos traen lo que las argentinas escriben en las paredes de ese lugar que intenta ser inodoro; frases como: “Ninguna mujer es fea si se le mira por donde mea”, o “Me quiero matar, pero temo que todo siga igual”, para que nos surja la duda de si está hablando de un suicido fallido o de la vida eterna. O en un baño de la Facultad de Filosofía y Letras gritan “Mueran los zurdos", “La libertad es siempre de aquél que piensa diferente: la resistencia", "El poder ama la ignorancia pero no a lo ignorantes”. Son frecuentes la expresiones políticas y el rechazó a las doctrinas de izquierda ; zurdos les dicen las argentinas a los comunistas. El rechazo a las ideas de izquierda es algo muy extraño en una facultad de Filosofía y Letras, pues es bien sabido que el estudio de Carlos Marx deja a su paso comunistas en cualquier lugar del orbe. Frases alusivas al cristianismo: “Jesús te ama”, a lo que otra contesta: “No se nota”. O, “Estoy feliz. Acabo de salir del curso y durante la clase sentí que algo me bajaba ¡Me vino!, escribió una chica de la Universidad de Buenos Aires, quien seguro padeció la angustia de un retraso menstrual por miedo a un adelanto gestacional. Declaraciones de amor para alguien que nunca las podrá leer, porque entra al baño de a lado. Peticiones a Dios, o deseos frustrados... Sobre cualquier tema han escrito algunas mujeres en los baños públicos.
En el viernes disfrazado de sábado, pasé un rato entretenido leyendo los dos libros de bolsillo de la argentina Silvana Castro (Buenos Aires, 1960). Aunque no me gustó que la autora haya presentado las frases con letras de diferentes tipos y tamaños, porque eso resulta molesto para la lectura. Me hubiera gustado que comentara algo sobre el contexto de cada baño público que visitó. Asimismo, y ya que la autora respetó la ortografía original, el lector puede percatarse que las argentinas, a pesar de tener un nivel de lectura muy superior a las mexicanas, igualmente tienen muchas faltas de ortografía, incluso en los baños de las Universidades.
Entonces aunque pinten y repinten las paredes de los baños públicos siempre habrá alguien que quiera expresarse libre y sin censura. El anonimato siempre ayuda, porque como garabateó una mujer en el baño de una Facultad de Economía bonaerense: “Los que escriben en los baños, son poetas de ocasión, porque encuentran en la mierda su mayor inspiración”.